Los últimos años de mi vida fueron los más extraños que una persona con obesidad podría haber vivido: estaba a dieta, pero trabajaba en un restaurante. Bueno, fue el mejor empleo que pude conseguir en ese momento y la paga era muy buena, por lo que nunca contemple la posibilidad de renunciar. Así que siempre estuve dispuesta a luchar por perder peso, a pesar de las condiciones adversas.
Sin embargo, esto suena más fácil de lo que parece. Estar en contacto con la comida durante todo el día hace difícil controlar el apetito. Sobre todo cuando los platos lucían tan suculentos. ¿Cómo luchar contra la gula en esas condiciones? Pues no se podía.
Entonces, decidí compensar lo que comía en el restaurante haciendo más ejercicio del que debía hacer diariamente. Si regularmente hacía 40 minutos en la máquina trotadora, hacía 1 hora y 20 minutos. Si dedicaba una hora al tae bo, pues aumentaba a 3 sesiones. Esto solo me trajo lesiones musculares severas que me alejaron del deporte. La ansiedad que me producía la inactividad me hacía comer el doble. Obviamente, mi peso subía sin detenerse. Decidí renunciar a ese empleo; lo hice por mi salud.
El día que entregué la carta de renuncia conocí a la gerente del restaurante. Me quedé con la boca abierta y no creía lo que estaba viendo: lucía como una modelo de pasarela. Me atrevo a decir que sus medidas era 90-60-90. ¿Era esto posible? Lo peor es que me contó que ella había comenzado como cocinera. ¿Cómo podía estar tan delgada trabajando en un restaurante?
No aguanté la curiosidad y le pregunté su secreto para mantenerse delgada. Me dijo su nombre: CARALLUMA BURN, un complemento dietético y supresor del apetito, elaborado a partir de una planta del mismo nombre, que es utilizada por algunos cazadores primitivos de la India para evitar el hambre durante sus largas jornadas. Ella tomaba diariamente esta planta en forma de capsula y me aseguraba que su efecto era inmediato.
Comencé a tomar una capsula de CARALLUMA BURN antes de cada comida. Había depositado mis últimas esperanzas de ser delgada en esta solución. ¡Y no me fallo! A la semana se empezaron a notar los resultados. Podía estar cerca de la comida del restaurante y no me tentaba para nada. Mi ansiedad por comer había desaparecido, al igual que lo kilos que tenía de más. La ropa comenzó a quedarme mejor. Ahora tengo las dos cosas que más quiero: un cuerpo escultural y un trabajo con buen salario.
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